jueves, abril 25, 2024

El 15 de enero de 1861 se patentó el primer ascensor a vapor

La idea de un mecanismo que transporte personas y cargas de manera vertical se remonta a la antigüedad. En el Coliseo romano se utilizaban para subir a los gladiadores desde los sótanos hasta la arena y, más cerca en el tiempo, estas cabinas funcionaron en algunos palacios reales, como el de Versalles. Sin embargo, se trataba de sistemas muy básicos accionados, generalmente, por animales o por esclavos a través de poleas.

Los primeros ascensores impulsados con un motor de vapor surgieron en las décadas de 1830 y 1840, pero era frecuente que las cuerdas de cáñamo que los sostenían se rompieran matando o dejando heridos a los ocasionales pasajeros. El inventor estadounidense Elisha Otis, que había trabajado en la manufactura de carruajes y de armazones de camas, ideó un ascensor que revolucionó la industria.

Contaba con un novedoso sistema automático de seguridad anticaídas compuesto por rieles dentados que frenaban la cabina en caso de que el cable de sujeción falle. Viendo las posibilidades de su invento, Elisha renunció a su trabajo y creó una empresa a la que denominó Otis Elevator Company, pero en sus primeros meses de existencia tan sólo colocó un ascensor.

Entonces se le ocurrió una gran idea, exhibirlo públicamente. En mayo de 1854, Otis lo presentó en la exposición industrial que se celebró en New York. Se subió a una plataforma de madera cargada con todo tipo de objetos, elevada a decenas de metros del suelo y sostenida en el aire por una soga.

Hizo cortar la cuerda con un colaborador y, ante una multitud que esperaba una estrepitosa caída, la plataforma sólo descendió unos centímetros antes de quedar bloqueada en el aire. Desde lo alto, el inventor exclamó “todo a salvo, caballeros”, mientras la audiencia rompía en aplausos ante lo que acababan de ver.

El éxito de la demostración se reflejó rápidamente en un aumento de ventas y en el crecimiento de la firma y en 1857 instaló el primer ascensor de vapor con freno de seguridad de uso público en un gran almacén de cinco plantas de Broadway.

Elisha Otis murió en 1861, sólo tres meses después de que la Oficina de Patentes de Estados Unidos le concediera el registro por su “Aparato de elevación mejorado”. La rápida popularización de los ascensores de Otis impulsó la construcción de rascacielos y su empresa, continuada por sus hijos, se convirtió en una de las mayores firmas de Estados Unidos.

por Radio Perfil FM 101.9

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